Nunca llegarás a viejo

Susana escribe con una fuerza que es a la vez tierna y luminosa. Escribe desde el tajo que le dejó el asesinato de su único hermano Alfredo Rosano, la noche del 15 de septiembre de 1976. Habla la voz de la hermana, sostenida de un archivo familiar propio. Uno que desacomoda los archivos humanitarios y las memorias de los combatientes, por fuera de oposiciones binarias de héroes o traidores. Esta escritura es un trabajo de duelo, cosida con el cuerpo de quien escribe: con sus heridas y emociones, con los restos y agujeros de una catástrofe, con las voces de sus muertos. Es la escritura de quien apuesta por la vida como acto de supervivencia. La centralidad de la literatura en el relato de Susana le permite resonar con otros hermanos de los desaparecidos, cobijarse en la intemperie y profundizar en el imaginario que tuvieron los militantes en relación a la propia vida. Es una escritura íntima, política y recubierta de afectos, que muestra el deseo de vivir como una segunda piel. Es la mirada de una hermana, la hermanita de Robin.  

Alicia Ortega Caicedo

La memoria no tiene tiempos ni momentos adecuados. Se recupera o se la trae al presente, se la mantiene viva a través de innumerables rituales. Sin embargo, nunca es tan contundente como cuando se la convoca desde la experiencia. Susana Rosano parte desde allí, desde la ausencia de un hermano desaparecido primero y asesinado después, al que le regala el título de este libro, casi como si le hablara: Nunca llegarás a viejo. Pero para decirle, para contarnos de él, nos habla de ella, de su propia experiencia.

En estas páginas se dice que la memoria es una navaja transparente, y Susana la usa para poder cortar el silencio, los años transcurridos sin respuestas, la inevitable necesidad de crecer de golpe a los golpes. Declara, denuncia, critica, llora, analiza y nos cuenta de sus lecturas, de sus pérdidas, de sus amores. Tal vez porque después de todo la vida se trate de eso: de aquello que podemos rescatar para narrar, porque vale la pena compartirlo.

Ramón Inama

Nunca llegarás a viejo es la historia de una herida que atraviesa el tiempo. Una meditación sobre la pérdida, la memoria y los vínculos que persisten más allá de la muerte. Susana Rosano escribe desde la vorágine de una ausencia: la de su hermano Alfredo, asesinado por la dictadura argentina en 1976. Pero el libro no se limita al testimonio de una historia propia: se adentra en la complejidad de la memoria fraterna, interpela las zozobras de una relación que se establece desde el amor y los celos, la competencia y la admiración. Y se pregunta: ¿puede la voz de los hermanos ofrecer un conocimiento distinto del que resguardan los archivos de los derechos humanos o las memorias de la militancia? En fragmentos que respiran desasosiego y ternura, que habitan a la vez el tajo y el remiendo, la autora compone una lúcida y amorosa partitura de voces “solas y a un costado” para abrazar y arrullar a sus fantasmas.

Emilia Perassi